miércoles, 10 de diciembre de 2008

Fiesta









Polvo

Yuyos

Olores nuevos

El cerco rabioso hizo desaparecer

La horizontal línea

Que lo contenía

La higuera y el ciruelo

Libre de podas sistemáticas

Alzaron sus ramas

Como queriendo alcanzar un sueño

El musgo se apoderó

De las paredes con constancia

Y un tenue recuerdo a cloro

Y cepillo a fondo

Cuando la débil existencia humana

Se va opacando

La naturaleza se encausa

Para que todo vuelva a comenzar

Con el brillo de una fiesta


De libro inédito Por los Dioses y los Hombres... Olvidado.

© Mario Gallo

domingo, 16 de noviembre de 2008

ESPEJOS DE COLORES


¿Adónde vamos

todos juntos

en manada

con todas la esperanza puesta

en las miles de semillas secas

esparcidas por doquier

a la espera de un milagro

mientras la realidad

nos somete

nos refriega en la cara

nuestra ineptitud

excluidos de cualquier discusión

el pragmatismo aletargado

por el ego y las miserias

propias y ajenas

mientras el presente se nos escapa

y los espejos de colores

nos mantienen felices

narcotizados

convencidos de que estamos haciendo

algo que calme

los sufrimientos de la Humanidad?

De libro por siempre inédito Por los Dioses y los Hombres... Olvidado.

© Mario Gallo

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Reflexiones... Al Paso


No veo la diferencia entre enseñar en un escuela y subirse a un escenario. En ambos casos, sólo se trata de mantener entretenidos a una manga de potenciales delincuentes.





Sting

viernes, 7 de noviembre de 2008

Distinción para Desde Terra Australis


Medalla sudAKAdecuARTa

Gracias a todos los que hicieron posible este grato momento.

viernes, 10 de octubre de 2008


Voy a cerrar la ventana, para estar más sólo que antes, para sentir mi soledad imaginándome en otra parte. ¿Y ustedes dónde están?

Porfirio Mamani o ese otro Yo (Gracias, Maestro)

sábado, 19 de julio de 2008

Espejismos

Pueden ustedes llamarme Ismael. Hace algunos años —no importa cuántos exactamente—, con poco o ningún dinero en mi billetera y nada en particular que me interesara en la tierra, pensé darme al mar y ver la parte líquida del mundo. Es mi manera de disipar la melancolía y regular la circulación. Cada vez que la boca se me tuerce en una mueca amarga; cada vez que en mi alma se posa un noviembre húmedo y lluvioso; cada vez que me sorprendo deteniéndome, a pesar de mí mismo, frente a las empresas de pompas fúnebres o sumándome al cortejo de un entierro cualquiera y, sobre todo, cada vez que me siento a tal punto dominado por la hipocondría que debo acudir a un robusto principio moral para no salir deliberadamente a la calle y derribar metódicamente los sombreros de la gente, entonces comprendo que ha llegado la hora de darme al mar lo antes posible. Esos viajes son, para mí, el sucedáneo de la pistola y la bala. En un arrogante gesto filosófico, Catón se arroja sobre su espada; yo, tranquilamente, tomo un barco. No hay nada asombroso en esto. Pocos lo saben, pero casi todos los hombres, sea cual fuere su condición, alimentan en un momento dado esos sentimientos que me inspira el océano.

Herman Melville Moby Dick