Mostrando entradas con la etiqueta Traducciones al Argentino. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Traducciones al Argentino. Mostrar todas las entradas

miércoles, 10 de diciembre de 2008

viernes, 23 de noviembre de 2007

Poesía Insomne

Ayer 22 de noviembre participé en la Editorial Dunken de la presentación de la antología Poesía Insomne donde recibí mi ejemplar de rigor y un diplomilla. Resulta que en las instancias de selección envié un trabajo titulado "Carnaval", que, por esas cosas de los dioses, fue elegido. Bueno, brindo por ello, sobre todo, porque no tuve que abonar ni un doblón, aunque, no es menos cierto que renuncié, "con luz prendida y todo" a recibirlo. Lo de la tapa: una agradable casualidad que reafirma mi interés por los michinos. No sé realmente cuál será la suerte de este nuevo libro. En honor a la verdad, tampoco mucho me preocupa. Porque las antologías en la Argentina interesan poco o nada ya que hay muchos invitados a la fiesta y el nivel de producción, por más empeño que se ponga, casi siempre es desparejo. Seguramente usted se preguntará por que participo. Simple: soy humano y contradictorio. A continuación les acerco parte del prólogo de César Mellis. Y, más abajo, un videito de Megadeth -donde despunté el vicio de la traducción- y que viene (Lugar Común) como "anillo al dedo".

Don Mellis dixit:

De todos los géneros literarios, la poesía es la que goza de mayor divulgación secreta: su marginalidad responde a su esencia, su escritura alude al costado más introspectivo del hombre. Los demás géneros, como por ejemplo la dramaturgia, la novela o el ensayo, hasta se dan el lujo de ser más “útiles” a la hora de la puesta en práctica: un best-seller podrá ser llevado a la pantalla cinematográfica o una obra de teatro logrará ser adaptada para televisión bajo el formato de unitario o miniserie. La esencia del poema, en cambio, impide la transmutación. Tal vez porque, como afirma Santiago Kovadloff, “la poesía procura sostener en la palabra la inasible presencia de lo incógnito”. Esta cualidad dota al poeta de cierta sensación insomne. El estado de alerta es un compromiso ineludible en cada verso, pues hasta el sueño más inspirado deberá pasar por el tamiz de la vigilia, por el cedazo de la interpretación.

Pero este insomnio permanente no debe vivirse como un defecto o carga, sino como una bendición. Durante la ceremonia del descubrimiento, escribir poesía es consagrarse plenamente a las palabras, a todas y a cada una. La fuente de esa consagración responde al origen temporal y sucesivo del género: cada verso se desarrolla en un tiempo determinado (que establece el ritmo) y en cada verso las palabras se disponen una detrás de otra (que fija una continuidad en el espacio). Por otro lado, siempre he creído en aquella máxima de Goethe que afirma: todo poema es el resultado de una circunstancia, es decir, sobreviene gracias a un determinado estímulo exterior o interior. Dicha circunstancia, ya sea un obstáculo o un verdadero incentivo, despliega una realidad autónoma e irrepetible, un pequeño cosmos puesto a crecer sobre la página. Entre el estado de alerta y el estado de gracia, la revelación poética tiende un puente sobre el silencio, sobre ese río caudaloso en donde el lenguaje navega en todo su esplendor.

¿Cómo conservar ese esplendor? Sólo los verdaderos poetas lo saben. Quizás un cosquilleo, una luminosidad, una premonición. Y aquí reside “la inasible presencia de lo incógnito” mencionada por Kovadloff. La presente antología está habitada por incógnitas. Más de setenta poetas (seleccionados sobre doscientos) dan fe de sus aciertos sin otra carta de presentación que sus voces bajo el cielo de la hoja en blanco. Seleccionar poesía es, tal vez, una de las tareas más ingratas a las que se somete un escritor pues no existe un decálogo a seguir ni fórmula para argumentar esa delicada decisión final de incluir a algunos y excluir a otros. La polifonía resultante en un libro, muchas veces, depende de la permeabilidad de criterios no de la formación académica.

Que esta Poesía insomne desvele al lector tanto como a mí. Es mi mejor deseo en un mundo dormido a fuerza de ignorar el gran poema que es la vida.


jueves, 13 de septiembre de 2007

El camino que no tomé

DOS caminos se bifurcaban en un bosque amarillo,

Y apenado yo por no poder ambos recorrer

Y fundirme en un solo viajero, largo rato me quedé parado

Mirando a uno de los dos tan lejos como pude

Hasta que una curva hizo que se perdiera en la espesura;

Entonces me decidí por el otro, que me pareció mejor,

Y porque quizás llamaba más mi atención,

O porque la hierba era espesa y ávido de uso se lo veía;

Sin embargo a pesar de eso, el tránsito

Los había desgastado por igual,

Y ambos aquella mañana permanecían ahí

Sin revelar negras pisadas en las hojas.

¡Ah, reservé el primero para otro día!

Con todo sabiendo cómo una cosa lleva a la otra,

Dudé si hubiese debido regresar alguna vez.

Diré esto con un suspiro de alivio

En alguna parte, después de mucho, mucho tiempo:

Dos caminos se bifurcaban en un bosque, y yo,

Yo tomé el menos transitado,

Y ése ha hecho toda la diferencia.

Robert Frost

versión argentina MG